Los códigos del hombre tras la democratización del saber
El hombre, desde que llegó a ser alma viviente, se
ha visto inclinado y guiado por la necesidad inherente de comunicarse. Es el
obedecimiento a esta necesidad lo que lo llevó a ingeniárselas para grabar
memoria de su contexto, de toda la realidad que lo ha cercado. Para muestra la
pintura rupestre, que data de, aproximadamente, 10.000 a. C.
La comunicación acompañó al hombre en su progreso
integral, como ser social, económico, filosófico. Otros ámbitos de la vida del
hombre fueron desarrollándose a un paso distinto al de la comunicación, sin
querer significar esto que se hubiese albergado exclusivamente en los recovecos
del hombre la necesidad de comunicarse. Al contrario, es el deseo de poder
depositar y conservar en almacenes físicos y mentales su progreso científico y,
si no es acaso esto una ilusión, la practicidad de vivir en sociedad, lo que lo
lleva a llevar la comunicación un paso adelante.
Se habla del código, definido por Pasquali como un
sistema coherente de instrucciones que combina y organiza cantidades de signos
(representación o sustitución de un objeto, fenómeno o acción material) para
codificar y decodificar mensajes y, también, para expresar y vehicular la
información. Le tomó al progreso humano unos cuantos siglos madurar la
posibilidad y llegar al punto álgido en el que los signos —cuyo uso sí había
madurado— se convirtieran en lenguas, que, debido a la invención del código,
llegaría a ser lo que conocemos como escritura.
Como ante toda invención humana que no trastoca,
sino que gira totalmente el curso de las cosas, en principio no es posible
acceder o gozar de ella con total libertad. La escritura estaba sectorizada,
eran los letrados, los sacerdotes, los escribas, quienes monopolizaban el
saber, hasta que pasó a ser accesible a todos.
El código
alfabético (siglo XII a.
C.) fue la primera de las dos invenciones más revolucionarias que el hombre
haya inventado hasta ahora, que le permitió y permite ampliar, expandir,
incrementar la democratización del saber y de su libre comunicación. El código
alfabético junto con la otra invención, el dígito-binario
(siglo XX), transfiguraron el
conjunto que integran los seres humanos con el medio en que viven, con su
entorno. Al universalizarse el escribir, incrementa totalmente la posibilidad
de expresar y almacenar el saber, cuyas capacidades son incalculables. Ambos
han ido perfeccionando y ampliando la conservación del saber, lo que permitió y
permite que el progreso humano se acelere.
La escritura sufrió rotunda oposición por parte de
grandes pensadores, que en un intento por acaparar, centralizar y “resguardar”
el saber se contraponían a la democratización del mismo. Platón, relata
Pasquali en «La comunicación-mundo» (2011), puso en boca de Sócrates, en Fedro (370 a. C.), que la escritura
volvería a la gente olvidadiza, porque al remitirse únicamente a lo ya escrito,
dejará de ejercitar su propia memoria. Por otra parte, Gerónimo Squarciafico se
atrevió a decir que «la abundancia de
libros hará a los hombres menos estudiosos», en 1477. La mejor muestra del
error que cometieron estos grandes pero mal orientados —a este respecto—
pensadores es el progreso humano per se.
Punto sobresaliente es recordar que todas estas ideas contrapuestas a la
escritura fueron legadas por estos hombres utilizando, paradójica y también
lógicamente, la escritura.
De la forma en la que grandes pensadores se
opusieron al código alfabético, también se han opuesto al código binario. Desde
su invención y expansión, intelectuales permanecen perplejos ante estas
tecnologías que llegaron para democratizar, en una escala mucho mayor a la
anterior, el saber.
Estas dos invenciones que supusieron —y que lo
hacen actualmente— un avance cultural incomparable han sido perfeccionados por
los hombres, a tal punto que éste ha logrado entender que mientras aumente la
posibilidad de conservar y transmitir el saber, más eficaz y apropiadamente
avanzará el saber mismo.
El hombre, nadando sin dejar de buscar democratizar
y almacenar cada vez más la memoria del saber, entiende que la manera más
práctica para hacerlo es conservarlo analógicamente, es decir, utilizando
abreviaturas y progresando en la técnica. Gracias a este destello memorable del
hombre, llegamos al unicode. Consigue
unificar los códigos. Se permite transcribir en signos todos los sonidos o
fonemas emitidos por el hablante, logrando preservar el todo de lo que se puede
decir. El logro de ingeniar un código escritural que consta de menos de 30
letras, válido, vigente y real para cualquier lengua, permite a la humanidad
avanzar hacia una acumulación expansible del saber y su tan perseguida
democratización. Es por eso que se hace más patente y palpable su posibilidad
de codificar con esos signos el habla y el universo audiovisual.
El deseo de innovar lo que ya existe continúa
acechando al hombre, persiguiéndole hasta que logra materializar su idea. Es
entonces cuando se da paso al segundo gran invento, a la segunda gran
revolución cultural: el antes mencionado código
dígito-binario, que se maneja con apenas dos “letras”, el cero y el uno. Se crea, como consecuencia, un código universal que permite
codificar todo lo que abarca el universo mental y audiovisual del ser humano.
Llegamos, así, al mundo y al almacenaje del saber
que conocemos hoy. Estamos en una era en la que el cambio tecnológico, la
adaptación y apropiación de las tecnologías y el acceso democrático a la red
significa un saber encontrado, multicultural, infinito. Así como Platón
desvirtuó la escritura, reclamando que el libro destruiría la esencia del
conocimiento transmitido únicamente por la oralidad, así los detractores
actuales reclaman que los aparatos electrónicos destruyen la esencia del
invaluable saber propagado por la cultura libresca. Pero, a diferencia del
planteamiento de los que hoy se oponen, las nuevas tecnologías suponen un
avance y un desarrollo que aún no sabemos con qué magnitud se perpetuará en el
futuro de la historia humana ni hasta dónde llevará el avance de esta
civilización.
El cambio social, cultural e integral que ha
supuesto el nuevo código hace una prohibición: la incomunicabilidad. No es
posible hablar de esto, cuando este siglo está lleno de medios de comunicación,
de vehículos de información que nos alejan totalmente de la atávica costumbre
de no saber. De ahí la importancia de internalizar este nuevo código a nuestra
cotidianidad. Desligarnos de la linealidad que obstruye nuestro paso al mundo
visto desde el dígito-binario. La
capacidad de este nuevo código es tal, que el saber, en pocos años, ha
conseguido magnificarse en medidas, aunque calculables, admirables; nos muestra
que la transición es imperante; Pasquali añade:
“De 1986 a 2010, o sea en 24 años y gracias al
dígito binario, la humanidad ha multiplicado por 113 el saber total que ha
almacenado, el cual llenaría hoy 404 millardos de cedés de 1,2 milímetros de
espesor capaces de formar una columna de 500 mil kilómetros de altura.” (2011:49)
Las cifras nos ayudan a imaginar, si es que la
imaginación ayuda, la cantidad de saberes que han sido almacenados en tan solo
24 años, por cada uno de nosotros. También hay algo cierto, y es que nuestros
descendientes y los de ellos verán pasar siglos ante sí antes de que llegue
otra innovación que asemeje la magnitud de la revolución ocasionada por los dos
grandes códigos: el código alfabético y
el dígito-binario. Es de imaginar, si
llega un tercer código, que para entonces el saber será capaz de trascender
toda frontera impuesta alguna vez por algún hombre. Sabemos de sobra, a estas alturas,
que la persecución más constante es la democratización del saber. Por este
deseo inherente del hombre, ya no sólo de comunicar, sino también de transmitir
conocimiento, valiéndose hoy de las nuevas tecnologías, podemos estar seguros
de que el avance no se estanca.
Referencias:
Pasquali, P. (2011) La comunicación-mundo. Releer un mundo transfigurado por las
comunicaciónes. Sevilla, Salamanca, Zamora; España. Comunicación Social,
ediciones y publicaciones.
...traigo
ResponderEliminarecos
de
la
tarde
callada
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
COMPARTIENDO ILUSION
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE DJANGO, MASTER AND COMMANDER, LEYENDAS DE PASIÓN, BAILANDO CON LOBOS, THE ARTIST, TITANIC…
José
Ramón...