Druk (título en danés) o Another round (en inglés) es una película dirigida por el danés Thomas Vinterberg —cofundador de Dogma 95 junto a Lars Von Trier—, estrenada en 2020 y protagonizada por Mads Mikkelsen.

 

Vinterbeg también dirigió The Hunt (2012, primera actuación de Mikkelsen con el danés), Far from the Madding Crowd (2015), un drama romántico divino protagonizado por una de mis preferidas, Carey Mulligan, y Kursk (2018), un drama naval que sigue un desastre submarino y toda la negligencia gubernamental detrás del accidente, protagonizado por el inigualable Colin Firth. Claro, vimos Druk ignorando todo el pasado cinematográfico de su director, cosa que muchas veces termina siendo lo mejor, ya que no te alienas ni predispones.

 

La producción más reciente de Thomas Vinterber es una comedia fresca y soberanamente divertida, con algunos picos dramáticos que no te dejarán perder la concentración. A diferencia de películas anteriores, en Durk el director muestra un lado más empático y humanista.

 

Tal como su compatriota (me refiero a Von Trier), Vinterberg es especialista en sacar el lado más sombrío de las personas y de cualquier fachada. Pero Druk empieza de forma muy distinta, como una comedia fresca que vaticina muchas risas y descontrol.

 

4 amigos, profesores todos del mismo colegio, empiezan un experimento, siguiendo la teoría de un filósofo que asegura que los seres humanos nacemos con una deficiencia de alcohol en la sangre, por lo que una ingesta leve de alcohol diario podría ayudarnos a llevar la vida de una mejor manera. Así, estos viejos amigos empiezan a tomar y, de repente, se ven más felices, más naturales, más sueltos en su diarismo. Y nos reímos, porque nos divierte, pero cuando dicha ingesta empieza a tornarse severa y a tomar un matiz de alcoholismo la risa disminuye. Los problemas de sus protagonistas en su vida nos dan directo a la cara, nos preocupan y agobian.


El alcoholismo afecta a millones de personas en el mundo, pero en los países nórdicos de Europa alcanza niveles preocupantes, y es justo ese fenómeno social el que Vinterber ataca en su film, eso sí, sin muchas explicaciones ni estadísticas, simplemente contando la historia de un grupo de amigos poco parecidos entre sí, con diferentes problemas y distintas formas de vida, con mucho humor negro y un guión que puede ser bastante potente de a ratos.

 

También hay una crisis masculina que debe ser sobrellevada durante todo el experimento, una vulnerabilidad y unos miedos que el alcohol saca a relucir. El planteamiento más razonable que hace el director con Durk es ¿realmente necesitamos ingerir alcohol para divertirnos? ¿Por qué siempre que la pasamos bien recordamos haber tomado? Pareciera que vivimos necesitando estimulantes para disfrutar o para simplemente afrontar la vida.

 

La película tiene un cierre magnífico, con un Mads Mikkelsen bailando ante las circunstancias positivas que brotan tras el dolor y la desdicha. Personifica el arcoíris después de la lluvia.


 


Periodista, escritor, pionero en el género de no ficción, investigador incansable; el argentino Rodolfo Walsh desveló lo que ninguna investigación policial iba a desvelar en el caso de los fusilados —y sus sobrevivientes— del 10 de junio de 1956 en José León Suárez, durante el levantamiento militar contra la «Revolución Libertadora» que destituyó en 1955 a Juan Domingo Perón.

 

Los partidos políticos no son lo mío. Y no me apunto con la izquierda ni con la derecha; lo que me revuelve el estómago son las injusticias, los sinsentidos que le arrebatan la vida a inocentes, que dejan niños huérfanos y familias rotas; justamente lo que relata Walsh en «Operación Masacre».

 

Durante el levantamiento militar del 9 de junio de 1956 contra la dictadura cívico militar instaurada por Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu, miembros de la Policía de Buenos Aires detuvieron a un grupo de 12 personas, aproximadamente, de un departamento donde se suponía estaba uno de los militares disidentes.

 

Pero en el departamento no había ningún militar. Todos los presentes fueron arrestados. Ya siendo 10 de junio se decretó la Ley Marcial, detrás de la cual se ampararían quienes ejecutaron el fusilamiento contra los detenidos (ninguno militar ni con ninguna conexión demostrable con el levantamiento ocurrido esa noche). Pero entre los fusilados hubo sobrevivientes y lo que Walsh cuenta es su historia, su testimonio. En este libro se recopila la investigación que el periodista argentino hiciera sobre los hechos, logrando entrevistar a muchos de los sobrevivientes —cosa que ni siquiera durante el juicio se logró—, aportando datos claves para el esclarecimiento del episodio.

 

Sin embargo, la justicia no siempre llega, aunque todas las fichas que determinan la culpabilidad de alguien estén puestas sobre la mesa. Pero la investigación de Walsh merece todos los encomios posibles, porque dejan en descubierto el actuar vil de aquellos movidos por el odio y lo peligroso que resulta el irrespeto hacia una opinión distinta.

 

Este relato está, como tantos otros, para que jamás olvidemos el pasado que no puede repetirse. Porque mientras en Europa Hitler asesinaba sistemáticamente a personas dentro de cámaras de gas o campos de concentración, en América Latina tuvimos dictaduras militares que se encargaron de asesinar, torturar y desaparecer para siempre a miles de personas, arrebatadas de sus hogares, de sus lugares de trabajo, de la calle.

 

Así mismo fue el final de Rodolfo Walsh. El 25 de marzo de 1977, un día después del primer aniversario de la instalación de la dictadura en Argentina, estaba en la calle, echando en buzones de Buenos Aires copias de la «Carta abierta de un escritor a la Junta Militar» —adjunta en este libro, por cierto—, y mientras se dirigía a una cita con un compañero de la Organización (torturado en la ESMA, como tantos otros) fue emboscado y acribillado a balazos por un «grupo de tareas», que se llevó su cuerpo y lo secuestró, pasando así a integrar para siempre la lista de desaparecidos por el Terrorismo de Estado en Argentina.

 

Un libro que me habría encantado leer durante mi carrera, que reivindica de principio a fin al periodismo y que me hace confirmar que la investigación es la única forma de ayudar a esclarecer los hechos que los agresores quieren enterrar.


Terminado de leer el 22/01/2021


Pierre François Lacenaire fue un asesino francés ejecutado en la guillotina a los 32 años. También fue poeta.


Nació en la ciudad de Lyon, y gracias a su libro «Memorias de un asesino» sabemos que lo hizo en el seno de una familia numerosa, con un padre mercader y una madre que solo quería un hijo, aunque terminó teniendo 6.


Botado de distintos colegios, rechazado por sus padres, con un pensamiento formado muy distinto al de su familia, en sus memorias Lacenaire parece excusarse continuamente por el fin trágico que tuvo. Y es que, desde su perspectiva, fue la sociedad la que le dio la espalda desde que nació. Fue el clásico criminal romántico burgués.


No es analfabeta, no nació pobre, no se le negaron los estudios; sin embargo, termina robando, estafando y asesinando. Lo que le conlleva a delinquir es la posibilidad de hacerlo, nada más.


Hay sentimientos que impulsan a los asesinos. En el caso de Lacenaire fue la venganza, que fue acrecentándose en él desde temprana edad. Al verse privado del amor de su madre, alejado del regazo de su padre y simplemente estimado por sus hermanos, se convence de que está solo y que no debe necesitar nunca a nadie. Al intentar conseguir trabajo, las cosas no le salen precisamente bien; un par de malas juntas y voilà, el daño está hecho. El ilustre da rienda suelta a sus deseos de venganza y se asegura de culparlos a todos, menos a sí mismo, por ello.


Pero nuestro autor y protagonista no siente rencor hacia sus padres, especialmente perdona a su madre, de quien asegura no haber conocido «a una mujer más sinceramente devota sin batería, ni más profundamente virtuosa sin mojigatería, ni más sensible a las penas de los otros, ni más indulgente con sus defectos, ni más resignada en sus propios sufrimientos».


Más allá de la especie de justificación que Lacenaire planea dar, el libro sirve para entender las circunstancias que lograron convertir a un niño inocente en un adulto que termina asesinando a otras personas. Y básicamente comprendemos que el principal aliciente de su desgracia es la falta de amor que experimentó en los primeros años de su vida, los más importantes para determinar la formación de cualquier individuo.


«Vengo a predicar al rico la religión del miedo, ya que la religión del amor no tiene ningún poder en su corazón».


Lacenaire es, en conclusión, un inadaptado. Ni en su familia, ni en su trabajo, ni en el amor logra adaptarse. Lo botan de su trabajo por sospecha de robo, deserta del ejército, mantiene una relación amorosa con una mujer mucho mayor que él, casada. Es esa incapacidad de llevar una vida «normal» la que lo terminan convirtiendo en ladrón y asesino. Desprecia a la sociedad y a los hombres, los responsabiliza por no darle las herramientas necesarias para sobrevivir. Asegura necesitar solo una oportunidad para redimirse y demostrar que puede ganarse su sustento, pero se queda sentado esperando que alguien toque a su puerta y le dé la oportunidad que cree merecer.

 

«Ese hermoso día, ese día de libertad como lo llaman, no tuvo para mí ninguna alegría ni ningún placer, inseguro como estaba acerca de mi futuro: ¿Me vería obligado a continuar mi lucha contra la sociedad, o me convertiría en un miembro útil?».


Entre el momento de su reclusión e inicio de sus memorias hasta el día de su ejecución, Lacenaire pasa de la calma y la «rendición de cuentas» a la desesperación, que lo priva del sueño, lo hace alucinar y hasta perder el hilo conductor de sus líneas.


Una obra que sirve para entender lo que puede causar la falta de amor en la vida de una persona, pero también para aprender que no de todo se puede culpar a los demás. Me quedo con la imagen de un hombre a quien le resultó más fácil despreciar a la sociedad que trabajar por ser parte de ella; que quería que le regalaran un futuro en vez de construírselo como tantos otros; un inadaptado que escoge el camino de la cobardía; un individuo que decide ser villano para poder culpar a la sociedad de su infortunio, pero con algún delirio de grandeza que busca sensibilizar a algunos sectores de la sociedad que realmente lo necesitan.

 

«En lugar de levantar al pobre contra el rico, que mi último escrito pueda comprometer al rico a auxiliar a los desdichados».


Terminado de leer el 18/01/2021 


Daniel Viglietti fue un cantante y guitarrista uruguayo, considerado uno de los más grandes exponentes del canto popular de su país. Benedetti no necesita presentación. «A dos voces» es un libro de poemas musicalizados o un disco musical en el que cantan poemas.

 

Todos los textos de Viglietti son canciones. Los de Benedetti, leídos con música que le acompaña.

 

Leí este libro sin antes escuchar el recital, y ciertamente Daniel es un poeta que no puede escribir sin cantar. La musicalización de sus textos es fácil de imaginar y sus letras son un grito popular.

 

Los poemas de Mario son sublimes y necesarios, son esa invitación a mirarnos hacia adentro, para encontrarnos con el recuerdo de nuestras más grandes añoranzas y rozar los más íntimos sentimientos que guardamos por otros o por nosotros mismos —como todo lo que escribió.

 

«Soy mi huésped

a qué negarlo

pero

a veces también soy

un extraño de mí

 

cuando mi rústico anfitrión

me mira

siento que estoy

de más

y me escabullo»

[Soy mi huésped] Benedetti.

 

Desde 1985, por dos décadas, Benedetti y Viglietti viajaron por todo el mundo, recitando su concierto de poemas. Y afortunadamente el recital está disponible en Youtube. Les comparto este, del 2002...




Terminado de leer el 12/01/2021



Publicada en 1960, Matar un ruiseñor (To Kill a Mockingbird) fue la primera novela de la escritora estadounidense Harper Lee.

 

Ambientada en el ficticio pueblo de Maycomb, en Alabama, durante los años de la Gran Depresión, narra la vida de la familia Finch, conformada por Atticus (padre, viudo y abogado) y sus hijos Jem, de 11 años, y Jean Louise, de 6.

 

La novela es narrada por Scout (apodo de Jean Louis), como parte de sus remembranzas. En la primera parte del libro seguimos las aventuras de los hermanos, que asisten a la escuela por mera formalidad, ya que la educación dada por su padre supera con creces la enseñanza de sus profesores.

 

Veranos calurosos que son aprovechados hasta el último rayo de sol, travesuras, peleas y nuevos descubrimientos dan vida a esta historia. La casa vecina está llena de misterio para los niños y es parte principal de su día a día. Saben que hay alguien que vive ahí a quien nunca han visto, y por esa razón tejen juntos distintas teorías acerca de aquel personaje desconocido, todas ellas terroríficas y monstruosas.

 

En una segunda parte, la autora nos presenta con mayor ahínco la temática principal de su novela: la segregación racial. Al abogado y padre de los niños se le asigna la defensa de Tom Robinson, un afroamericano acusado de haber violado a una mujer blanca. En este contexto, el pueblo empieza a poner en tela de juicio la «moral» de Atticus, llamándolo «ama-negros», y la situación recae también sobre Jem y Scout, quienes empiezan a ser objeto de ofensas y burlas por parte de algunos vecinos.

 

 —Llorar por el infierno puro y simple en que unas personas hunden a otras… sin detenerse a pensar tan solo. Llorar por el infierno en que los hombres blancos hunden a los de color, sin pensar que también son personas.

 

Pero su padre, acostumbrado a enseñarles entereza, paciencia y respeto, les obliga a soportar cualquier cosa que pudiesen decirles en nombre de la verdad. No es difícil adivinar cómo termina el juicio, lo que sí es complicado es poder digerir y leer sin indignación las injusticias y arbitrariedades de las que han sido víctima las personas de color, principalmente en el sur de los Estados Unidos.

 

En la historia transcurren entre 2 y 3 años, durante los cuales los niños van madurando y entendiendo un poco más a su padre y su actuar, principalmente Jem, el mayor. Además, una vecina le hace entender a Scout que su padre es mucho más de lo que ella imagina, que pese a lo que la gente piense o diga, el abogado es una de las personas más honorables que jamás se han visto en el pueblo.

 

Muchas veces las personas te harán sentir que estás equivocado, aunque estés del lado correcto, y una charla entre Scout y su padre lo explica a la perfección:


—Mira, parece que muchos creen que tienen razón ellos y que tú te equivocas…

—Tienen derecho a creerlo, ciertamente, y tienen derecho a que se respeten en absoluto sus opiniones —contestó Atticus—, pero antes de poder vivir con otras personas tengo que vivir conmigo mismo. La única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno.

 

Hay muchos otros temas que esta novela toca, magistralmente siempre. Aunque la segregación racial sea la principal, también Lee retrata los roles de género a través de Scout, una niña que desea vivir su infancia al máximo, corriendo, jugando, peleando, disfrutando, pero que su tía y otros quieren que se comporte como una «damita», que use vestidos y se vaya convirtiendo en mujer, haciendo las cosas «propias del género», que no piense demasiado, que no refute ni conteste.

 

También hay otro tema primordial, y el segundo más importante para esta lectora: el fin de la inocencia. Tanto en su desarrollo como en su final, esta novela nos muestra cómo Jem y su hermana pasan de encontrar diversión en corretear y conspirar sobre Boo Radley (el vecino que jamás han visto) a entender cosas como la desigualdad, la injusticia, el peligro y la muerte.

 

El ruiseñor simboliza justamente esa inocencia —y ausencia de—. Pero no son solo los hijos de Atticus los inocentes que se pierden, también lo son casi todos sus protagonistas, que en un momento u otro enfrenten derrotas y tragedias.

 

Aunque Atticus haya sido señalado, aunque sus hijos sientan que las cosas jamás van a cambiar para ser más justas, Miss Maudie (la vecina inteligente) le explica a la tía Alexandra (hermana de Atticus, extrema defensora de los apellidos, el orgullo familiar y las costumbres) la importancia de lo que hizo el abogado, sin importar el resultado obtenido:


 —(…) ¿No lo has considerado de otro modo, Alexandra? Tanto si Maycomb se da cuenta como si no, estamos rindiendo a Atticus el tributo más grande que podemos rendir a un hombre. Ponemos en él la confianza de que obrará rectamente. Es así, tan sencillo.

 —¿Quién? —tía Alexandra no sabía que se convertía en un eco de su sobrino de once años.

 —El puñado de personas de esta ciudad que dicen que el obrar con equidad no lleva la etiqueta de Blancos Exclusivamente; el puñado de personas que dicen que todo el mundo, y no solo nosotros, tiene derecho a ser juzgado imparcialmente; el puñado de personas con humildad suficiente para pensar, cuando mira a un negro: «De no ser por la bondad de Dios, ese sería yo». —Miss Maudie volvía a recobrar su antiguo aire tajante—: El puñado de personas de esta ciudad que tienen abolengo, estos son quienes. 

 

El ejemplo de Atticus es suficiente para que sus hijos entiendan y puedan diferenciar el bien del mal. Es suficiente para que sepan que lo que nos caracteriza mayormente es nuestra condición humana, la empatía y la bondad, y que jamás debemos ser movidos por el miedo y sí por la necesidad de hacer lo correcto.

 

Atticus tenía razón. Una vez nos dijo que uno no conoce de verdad a un hombre hasta que se pone en su pellejo y se mueve como si fuera él. El estar de pie, simplemente, en el porche de los Radley fue suficiente para mí.

 

Terminado de leer el 11/01/2021 

Luciérnagas (2020) es el primer poemario de la escritora venezolana Andrea López. El libro está dividido en tres etapas: Euforia — Olvido — Maldición.


En todas sus partes la pluma de López nos lleva a lugares llenos de magia y misterio, pero también de un profundo desasosiego. Un sentimiento de angustia va creciendo conforme se avanza en la lectura.


Entre poema y poema las ensoñaciones y los recuerdos se asoman como faros en un mar amplísimo y presenciamos un amor lleno de pasiones temerosas con una dependencia que buscar terminarse.


El amor que describe Andrea López en su poemario es difícil de explicar, pero un texto de Euforia nos da una idea bastante clara de su pensamiento:


Amar es la fricción

entre el alma

 

y la violencia.

[Epitafio]


Ya en su última parte, Luciérnagas se adentra en su protagonista, en sus emociones y deseos, en sus miedos y alucinaciones. Hay pasajes sobre objetos olvidados que a muchos nos recordarán momentos de la infancia, algunos felices, otros quizá no tanto. Y los sonidos de campanas, el viento y uno que otro grito suelto llevan al lector a lugares muy dentro de sí.


Ni el abismo más profundo

podría
ocultar

la criatura
que me persigue

[Ataque de pánico]


Como bien dice la descripción de su obra, «Luciérnagas es la manifestación de la sombra, la ausencia, la nostalgia que te abraza y se aferra». Y agregaría que te induce a un viaje interno que no olvidarás fácilmente.  


Terminado de leer el 06/01/2020