Memorias de un asesino; Lacenaire
Pierre François Lacenaire fue un asesino francés ejecutado en la guillotina a los 32 años. También fue poeta.
Nació en la
ciudad de Lyon, y gracias a su libro «Memorias de un asesino» sabemos que lo hizo en el
seno de una familia numerosa, con un padre mercader y una madre que solo quería
un hijo, aunque terminó teniendo 6.
Botado de
distintos colegios, rechazado por sus padres, con un pensamiento formado muy
distinto al de su familia, en sus memorias Lacenaire parece excusarse
continuamente por el fin trágico que tuvo. Y es que, desde su perspectiva, fue la
sociedad la que le dio la espalda desde que nació. Fue el clásico criminal
romántico burgués.
No es analfabeta,
no nació pobre, no se le negaron los estudios; sin embargo, termina robando, estafando
y asesinando. Lo que le conlleva a delinquir es la posibilidad de hacerlo, nada
más.
Hay sentimientos
que impulsan a los asesinos. En el caso de Lacenaire fue la venganza, que fue
acrecentándose en él desde temprana edad. Al verse privado del amor de su
madre, alejado del regazo de su padre y simplemente estimado por sus hermanos,
se convence de que está solo y que no debe necesitar nunca a nadie. Al intentar
conseguir trabajo, las cosas no le salen precisamente bien; un par de malas
juntas y voilà, el daño está
hecho. El ilustre da rienda suelta a sus deseos de venganza y se asegura de
culparlos a todos, menos a sí mismo, por ello.
Pero nuestro
autor y protagonista no siente rencor hacia sus padres, especialmente perdona a
su madre, de quien asegura no haber conocido «a una mujer más sinceramente
devota sin batería, ni más profundamente virtuosa sin mojigatería, ni más
sensible a las penas de los otros, ni más indulgente con sus defectos, ni más
resignada en sus propios sufrimientos».
Más allá de la
especie de justificación que Lacenaire planea dar, el libro sirve para entender
las circunstancias que lograron convertir a un niño inocente en un adulto que
termina asesinando a otras personas. Y básicamente comprendemos que el
principal aliciente de su desgracia es la falta de amor que experimentó en los
primeros años de su vida, los más importantes para determinar la formación de
cualquier individuo.
«Vengo a predicar al rico la religión del miedo, ya que la religión del amor no tiene ningún poder en su corazón».
Lacenaire es, en
conclusión, un inadaptado. Ni en su familia, ni en su trabajo, ni en el amor
logra adaptarse. Lo botan de su trabajo por sospecha de robo, deserta del ejército,
mantiene una relación amorosa con una mujer mucho mayor que él, casada. Es esa
incapacidad de llevar una vida «normal» la que lo terminan convirtiendo en
ladrón y asesino. Desprecia a la sociedad y a los hombres, los responsabiliza
por no darle las herramientas necesarias para sobrevivir. Asegura necesitar solo
una oportunidad para redimirse y demostrar que puede ganarse su sustento, pero se
queda sentado esperando que alguien toque a su puerta y le dé la oportunidad
que cree merecer.
«Ese hermoso día, ese día de libertad como lo llaman, no tuvo para mí ninguna alegría ni ningún placer, inseguro como estaba acerca de mi futuro: ¿Me vería obligado a continuar mi lucha contra la sociedad, o me convertiría en un miembro útil?».
Entre el momento
de su reclusión e inicio de sus memorias hasta el día de su ejecución,
Lacenaire pasa de la calma y la «rendición de cuentas» a la desesperación, que
lo priva del sueño, lo hace alucinar y hasta perder el hilo conductor de sus
líneas.
Una obra que
sirve para entender lo que puede causar la falta de amor en la vida de una
persona, pero también para aprender que no de todo se puede culpar a los demás.
Me quedo con la imagen de un hombre a quien le resultó más fácil despreciar a
la sociedad que trabajar por ser parte de ella; que quería que le regalaran un
futuro en vez de construírselo como tantos otros; un inadaptado que escoge el
camino de la cobardía; un individuo que decide ser villano para poder culpar a
la sociedad de su infortunio, pero con algún delirio de grandeza que busca
sensibilizar a algunos sectores de la sociedad que realmente lo necesitan.
«En lugar de levantar al pobre contra el rico, que mi último escrito pueda comprometer al rico a auxiliar a los desdichados».
Terminado de leer el 18/01/2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario