Venezuela y su menoscabado viaje a la era de los linchamientos

Nadie me creería si dijera que el mismo día que me encargaron un artículo sobre linchamientos, presencié uno… como si lo hubiese planeado.

Los linchamientos son ya populares en Venezuela, principalmente en las estaciones del metro de Caracas. Estos ocurren cuando alguien roba, es descubierto y los ciudadanos que forman parte de la escena toman la justicia literalmente por sus propias manos.

He visto muchos videos que la gente cuela en las redes sociales o youtube, pero hasta el viernes jamás había presenciado uno.

Al salir del trabajo tomé el metro con 3 compañeras. Cuando el tren se detuvo en la estación Altamira (mi destino de ese día), salí del vagón pero no me moví de ahí. Desde arriba las personas gritaban «páralo, páralo, acaba de robar, páralo». Por las escaleras vi a un hombre bajar a toda velocidad y a otro que le seguía igual de rápido. El aparente ladrón pasó delante de mí, con las manos dentro de su franela y una sonrisa traviesa, como quien se roba una galleta de la cocina y cree que nadie le ha visto.

Su perseguidor apresuró el paso y se le fue encima, tackleándolo por la espalda. Entonces ambos fueron al suelo. Una vez allí la gente tomó «el control». Otros hombres empezaron a golpear al sospechoso, quien aguantando los golpes consiguió ponerse de pie. Pero de repente apareció un hombre con un casco en las manos y sin pensárselo mucho, como quien se encuentra frente a una piñata, le propinó un golpe con su casco en la cabeza al presunto delincuente.

Escuché el golpe, fuerte y claro, como si estuviesen justo a mi lado. Luego vinieron dos golpes más seguidos. Una tristeza onda me sobrevino, al ver en lo que se ha convertido el venezolano común, el que anda en la calle y es víctima de la violencia e inseguridad que el Estado venezolano no logra controlar.

Subí de prisa las escaleras y salí de la estación del metro con el pulso acelerado y mis manos temblando, sabiendo que aquel hombre podría ser golpeado hasta la inconsciencia, quemado o asesinado.

El principal problema de los linchamientos es que convierten al agresor en víctima y a las personas comunes en delincuentes y hasta asesinos. Desde hace unos meses para acá, es cada vez más común leer en los diarios nacionales noticias sobre linchamientos. En la mayoría de los casos, los presuntos delincuentes son golpeados hasta la inconsciencia y luego dejados allí; en casos más extremos se les ha dado muerte.

La naturaleza de estas reacciones es la respuesta del venezolano a un sistema de justicia quebrantado e incompetente. Si denuncias a alguien que intentó robarte en el metro, en menos de una semana es probable que te lo vuelvas a encontrar, intentando robar a alguien más. La cadena no se acaba nunca porque aunque los denuncias, no portan armas de fuego ni armas blancas y quedan en libertad para volver a hacer de las suyas en el sistema; y también está la falta de cultura de la denuncia. Son muchos los que no lo hacen.

La gente está cansada de no encontrar alimentos ni medicamentos, de los racionamientos por los problemas con el agua y la luz, y aunado a todo esto, se enfrenta a diario con la inseguridad. Toda esta situación ha empujado al venezolano común a actuar, y ha decidido actuar violentamente contra sus agresores. Pero los linchamientos son delitos, tipificados en el Código Penal venezolano, que pueden ser penalizados como homicidios o lesiones.

Las golpizas propiciadas a los delincuentes que son capturados en zonas residenciales, en la calle o en el metro, cuentan con palos, piedras, puños, cascos, patadas y lo que se halle cerca que pueda infringir daño. Son escenas crueles que, debido a su reproducción en las redes sociales, han producido un morbo por estos actos en la población.

En un caso reciente, un chef de 42 años llamado Roberto Fuentes, fue linchado por supuestamente haber robado a un hombre de la tercera edad; ocurrió en el metro y la turba que lo golpeaba lo sacó de la estación. El hombre tenía un golpe severo en la cabeza y estaba manchado de sangre en varias partes. Alguien le echó gasolina y otro hombre, sin pudor ni temor alguno, acercó un yesquero encendido a su cuerpo. Fuentes ardió en llamas y aunque minutos después lo ayudaron, sus quemaduras en el cuerpo fueron de un 60%. Ingresó en la unidad de cuidados intensivos y dos días después murió a causa de un paro respiratorio. Pero la verdad, según sus familiares, es que Roberto intentaba ayudar al anciano que había sido robado y se encontraba tirado en el suelo pidiendo ayuda. Los verdaderos autores se encontraban aún en la zona y empezaron a decir que había sido Fuentes el agresor.

Lo peor del caso es que no se asoma la intención del Gobierno por ponerle fin a la situación. Las actuaciones por parte de los cuerpos de seguridad del Estado son nulas. E incluso, han empezado a ser cómplices. En un video reciente publicado en Youtube se puede ver a miembros de la Guardia Nacional Bolivariana entregando prácticamente a un delincuente a la turba de personas que empezó a golpearlo frente a los agentes, quienes no hicieron nada para detener la atrocidad.

Y es que la involución en la sociedad venezolana viene dada por la inseguridad. No estoy de acuerdo con los linchamientos. No los soporto. Por la misma razón salí corriendo de la estación del metro el día que linchaban a un hombre frente a mí. Pero tampoco creo que la culpa sea solo del que lo hace. Hoy el venezolano no se siente seguro, ni siquiera cuando hay policías o guardias cerca. Estos no dan respuesta a las situaciones y el sistema de justicia del país no da resultados. A diario, cientos de venezolanos son asaltados, otros menos asesinados. ¿Cuántas de estas personas van a juicio por sus delitos?

Cuando no se cumplen con las leyes, volvemos a nuestra fase primitiva, donde no existe un Estado, y cuando este está ausente, la ley que reina es la de todos contra todos, Homo homini lupus (el hombre es el lobo del hombre), por eso hoy, en Venezuela, estamos viendo una especie de guerra civil en la que la víctima se convierte en agresor de su agresor.

Tomo las palabras de Carlos Nieto Palma en un artículo sobre este mismo tema:
«Es completamente valido que la ciudadanía no crea en la justicia, no podemos olvidar que en los últimos 17 años se han implementado 24 planes de seguridad y todos han fracasado, incluyendo el último puesto en marcha, Operación de Liberación al Pueblo (OLP) que no ha cumplido con las expectativas de los ciudadanos, el hampa definitivamente le ha ganado esta guerra a las autoridades y sus planes»[1].
Según la ONU, Venezuela es el segundo país más violento del mundo, y según el informe 2015 del Observatorio Venezolano de Violencia el 92% de los homicidios quedan impunes. Estas cifras muestran la falla del sistema judicial y penal, la desprotección a la que se enfrenta el venezolano a diario. A todos nos da miedo caminar por las calles, sobre todo cuando ha caído el sol, porque no estamos seguros en ninguna parte.

El 12 de abril la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, informó que el Ministerio Público está investigando 26 linchamientos, 24 ocurridos en 2016, en los que hubo 20 personas muertas. «Ortega Díaz hizo un llamado a los medios de comunicación a no hacer apología del delito con estos casos, pidió ponderación e indicó que no tenía conocimiento de funcionarios de cuerpos de seguridad involucrados en linchamientos»[2]. ¿Pero si un funcionario permite que otra persona sea linchada, no está involucrado?

Quizás exagere si digo que todos los días linchan a alguien. Quizás no. Pero lo cierto es que la cifra es mucho mayor a 26. Lo primero que hay que hacer en el país es despolitizar la seguridad. El delincuente lo último que me podría preguntar es por quién voté o a qué partido apoyo.

Que el venezolano de a pie esté tomando la justicia por sus propias manos no es la solución. Necesitamos propuestas concretas, planes que realmente sean aplicables, que no violen los derechos de nadie —menos los humanos—, y devolver la sensatez y cordura a esta sociedad. Mientras continúen los linchamientos, continuará el detrimento de la sociedad venezolana. Y quién sabe hasta dónde podremos llegar.

Por Alexandra Perdomo



[1] Palma, C. (08/04/2016). Linchamientos en Venezuela. Runrun.es. Disponible en: http://runrun.es/opinion/256548/linchamientos-en-venezuela-por-carlos-nieto-palma.html
[2] El Nacional. (12/062016). Fiscalía investiga 26 linchamientos. Disponible en: http://www.el-nacional.com/sucesos/Fiscalia-investiga-linchamientos_0_827917482.html

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