Sobre la creencia en Dios y Hacksaw Ridge
Creer en Dios en pleno siglo XXI parece ser una
razón para que los ateos (no los agnósticos, los ateos que se creen más
inteligentes por serlo) te miren por encima del hombro, desestimen tus
opiniones e inmediatamente se consideren más inteligentes que uno. Pero este
texto no pretende explicar absolutamente nada al respecto.
Lo que pasa es que vi Hacksaw Ridge (Mel Gibson,
2016) y se me movió esta fibra, justamente porque retrata a la perfección lo
que la gente opina de los objetores de conciencia. Porque pensar que un objetor
de conciencia se cree moralmente mejor que otro por el hecho de serlo, es el
mismo pensar de aquellos que se la pasan defendiendo que no hay que creer en
Dios para ser bueno o para hacer el bien, sin que nadie les diga lo contrario.
Me explico.
Creer en Dios es eso, una creencia. Y cada quien es
libre de decidir en qué creer. Nadie dice que se deba creer en Dios para hacer
el bien o para ser un buen ser humano, al contrario. En mi caso, creer me ayuda
a hacer el bien, porque reconozco que se me hace difícil querer hacer lo que es
correcto de buenas a primeras (Romanos 7:21-25).
Desmond Doss (Andrew Garfield) es un miembro de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día que se enlista en el ejército, pero que se rehúsa a
usar armas por su condición de objetor de conciencia. En todo el film vemos
cómo le rechazan e insultan llamándole cobarde y asegurando que con sus ínfulas
de hombre moralmente correcto no contribuirá en nada a la guerra; además lo
humillan y hasta golpean para que renuncie. Pero lo que nadie parece notar es
que todo lo que hace es por sus creencias, no por lo que le han dicho que crea
o lo que le han querido hacer creer, sino por lo que él cree, lo que la vida le
ha llevado a creer, por los errores que ha cometido y las experiencias que han
marcado su vida, jamás por considerarse mejor que otros.
En toda la cinta, Doss jamás critica la posición de
sus compañeros, al contrario, les agradece que vayan al frente, y por lo mismo
demuestra que él desea ir, pero no a disparar sino a ayudar a salvar las vidas
que puedan ser salvadas.
Médico de combate es la figura con la que consigue
ir al frente. Y el resto, es netamente la realidad de la historia de Desmond
Doss, el primer objetor de conciencia en recibir la Medalla de Honor.
Sobre la dirección de la película, Gibson nos
muestra otra cinta con su fórmula infalible que ya hemos visto en «La Pasión de Cristo« (2004) o «Apocalypto» (2006): un hombre aferrado a
sus creencias y principios con una capacidad destacable para sobrellevar el
dolor; muestras de la crueldad de la que es capaz el ser humano y finalmente el
camino para llegar a «la
verdad».
Por otra parte, Gibson grita sobre el horror de la
guerra. Durante buena parte de la película vemos horribles escenas de la
batalla de Okinawa, con cuerpos desmembrados, quemados, explotados, con actos crueles
e innobles (porque «así
es la guerra»).
Un objetor de conciencia bañado en sangre, firme en
sus creencias en pleno campo de batalla; un Andrew Garfield que dejó muy atrás
a Spider Man; y un Mel Gibson que sigue demostrando lo consecuente que es,
hacen de este un excelente film.
8,5 ★
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