Día Internacional de las Personas Desaparecidas: Regresen a quienes se llevaron
Imagine
que está en su casa viendo televisión o que va caminando por la calle y, de
repente, agentes del Estado le llevan consigo, sin informar a nadie sobre su
paradero, sin explicarle por qué le están llevando y sin siquiera asegurarle
que le regresarán con vida.
Así
ocurren las desapariciones forzadas: las personas son llevadas y no se vuelve a
saber de ellas por días, meses, años… o quizá nunca más. Comúnmente han sido
empleadas como estrategias gubernamentales para infundir terror. Difícilmente
demos con el lugar de inicio de esta práctica, pero lo que sí es cierto es que
nos enfrentamos a un problema mundial.
La
desaparición forzada es empleada por distintos gobiernos en diferentes partes
del mundo. Hoy su persistencia obedece mayormente a situaciones de conflictos
internos, como método de represión política de oponentes, según la ONU[1],
organización que, además, califica los siguientes como sus principales preocupaciones
al respecto:
- «el acoso de los defensores de los derechos humanos, los parientes de las víctimas, los testigos y los abogados que se ocupan de los casos de desaparición forzada;
- el uso por los Estados de la lucha contra el terrorismo como excusa para el incumplimiento de sus obligaciones;
- y la todavía generalizada impunidad por la práctica de la desaparición forzada».
La desaparición forzada en la historia
reciente de nuestra región
Durante
las dictaduras militares que azotaron a toda América Latina entre las décadas
de los ‘60 y ‘80, esta práctica fue cotidiana. En la Argentina, por ejemplo
—uno de los países más afectados por la represión—, organizaciones locales
aseguran que hubo cerca de 30 mil desapariciones. Situaciones similares se
vivieron en Chile y Uruguay. Las personas eran secuestradas y torturadas por
largos períodos de tiempo. En casos más trágicos, fueron asesinadas. A la fecha,
muchas personas siguen sin conocer el paradero de sus familiares
desaparecidos.
En
Venezuela, durante el mandato de Raúl Leoni (1964-1969) —sucesor de Rómulo
Betancourt— no solo se profundizaron las represiones del gobierno anterior sino
que toda la escena se agravó por la activa participación de las Fuerzas Armadas
en las desapariciones forzadas, incluyendo como víctimas no solo a presuntos
guerrilleros sino también a campesinos, obreros, estudiantes y dirigentes
políticos de partidos de izquierda. Durante esta década el país tuvo un
considerable y lamentable número de víctimas de desapariciones forzadas, cuyos
casos siguen impunes.
Aunque
las desapariciones forzadas debieron quedarse en el pasado, la verdad es que en
nuestra región siguen siendo usadas para intimidar, reprimir y castigar. En
México, por ejemplo, la práctica es usual. A la fecha, alrededor de 27.000
personas se encuentran en paradero desconocido.
Un
caso que representa la crisis del país es el de los 43 estudiantes de la
escuela normal de Ayotzinapa, quienes fueron detenidos por la policía cuando
trataban de requisar unos autobuses para ir a una protesta en la Ciudad de
México. Desde entonces no se les ha visto.
La
realidad en Venezuela también es alarmante. Según la ONG venezolana Provea, del
2000 al 2015, 121 personas han sido
desaparecidas forzadamente por parte de agentes de seguridad del Estado, y
sigue sin conocerse su paradero.
EL
27 de febrero de 2015, el dirigente popular Alcedo Mora desapareció. Sus
familiares y amigos, por información recopilada, señalan a funcionarios del Servicio
Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) como presuntos responsables de su detención
y desaparición, según reseña en un artículo el defensor de derechos humanos
venezolano, Marino Alvarado[2].
Su
desaparición puede deberse a que el líder comunitario y revolucionario había
denunciado que en la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) existía una
red de contrabando de combustible, desde El Vigía (Mérida) hacia Colombia (país
fronterizo).
Dos
días antes de su desaparición, Mora envió un mensaje a sus familiares y amigos,
donde decía, entre otras cosas: «Tengo requisitorio de orden de captura por el
Sebin (…), se me quiere involucrar en unos recuperos, la cosa es complicada, es
parte donde se me quiere cobrar por unas denuncias de corrupción a Pdvsa que he
venido haciendo y me quieren montar una olla».
Ni una desaparición más
Tomando
en cuenta estas realidades no solo de la región americana sino del mundo
entero, el 21 de diciembre de 2010 la Asamblea General de la ONU declaró el 30
de agosto como Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas,
además de aprobar la Convención
Internacional para la protección de todas las personas contra las
desapariciones forzadas.
La
Convención consta de 45 artículos, y en los mismos se insta a los Estados
Partes a no dejar impune ningún caso de desaparición forzada; recomienda que
sean tomadas las medidas necesarias para que esta práctica sea erradicada; no
consiente, bajo ningún concepto, que sea empleada durante conflictos internos
ni en estados de excepción; y considera que su práctica generalizada o
sistemática constituye un crimen de lesa humanidad.
La
desaparición forzada es una flagrante violación a los derechos humanos, además
quiebra a los familiares de las víctimas, hundiéndoles en desasosiego y
desesperanza. Los gobiernos no pueden seguir empleando esta práctica —ni
ninguna otra— para reprimir o doblegar a sus opositores.
El
artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que: «Todo
individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su
persona». Cuando el Estado secuestra a personas, les tortura y hasta les
asesina, están violando este y muchos otros derechos. Las desapariciones
forzadas deben cesar, los responsables deben ser presentados ante la justicia y
las víctimas —o sus familiares— deben ser reparadas.
¡Queremos
de regreso a todas aquellas personas que han sido llevadas; basta de paraderos
desconocidos!
[2]
Alvarado, M. (30/04/2015) La desaparición
forzada en Venezuela. Diario El Universal. Disponible en: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/desaparicion-forzada-venezuela_72540
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