Ver a Roger Waters en concierto: ¡LISTO!
En La Plata llovía desde tempranas horas, igual que en CABA, pero era imposible que eso me detuviera, pese a una gripe que me abrazó desde el jueves.
Al llegar al Estadio Único de la Plata, la lluvia era intensa y las áreas VIP y Campo abiertas. Por procurar cubrirme de la lluvia encontré un sitio perfecto desde el cual veía bastante bien la tarima con los músicos ―protegidos con una lona para la lluvia― y tenía una visión completa de la pantalla, que siempre ha representado gran parte de los shows de la banda y de Waters como solista. Eran las 5 p. m.
Pasaron 4 horas y medias de lluvia, truenos, relámpagos, un supuesto rayo que dio en el pararrayos del estadio y mucha gente ansiosa -incluyéndome-. Sobre la banda telonera no tengo nada que decir ni ustedes quieren leer nada al respecto... y ojo que no estuvo mal.
A las 9:30 p. m. ―lo de la puntualidad fue increíble― finalmente vimos la silueta de Waters y de todos sus músicos, que nos empezaron a deleitar con los acordes de Speak to me. Tengo que admitir que con solo verlo tomar su bajo empecé a llorar, pero cuando arrancó Breathe las lágrimas se salieron de control y supe que estaba viviendo la experiencia más increíble de mi vida, estaba viviendo el sueño más viejo que tengo.
Pasaron 4 horas y medias de lluvia, truenos, relámpagos, un supuesto rayo que dio en el pararrayos del estadio y mucha gente ansiosa -incluyéndome-. Sobre la banda telonera no tengo nada que decir ni ustedes quieren leer nada al respecto... y ojo que no estuvo mal.
A las 9:30 p. m. ―lo de la puntualidad fue increíble― finalmente vimos la silueta de Waters y de todos sus músicos, que nos empezaron a deleitar con los acordes de Speak to me. Tengo que admitir que con solo verlo tomar su bajo empecé a llorar, pero cuando arrancó Breathe las lágrimas se salieron de control y supe que estaba viviendo la experiencia más increíble de mi vida, estaba viviendo el sueño más viejo que tengo.
He visto cientos de veces los conciertos de Pink
Floyd, Waters y Gilmour. Incluso me sé de memoria el In the Flesh ―Andrea López,
la mejor de las mejores, me regaló el DVD original para un cumpleaños ― pero
nada me alcanzó para estar preparada para lo que vi y sentí. Mi piel se mantuvo
erizada de principio a fin.
5 canciones después pude controlar el llanto, pero no
evitar que me corrieran algunas lágrimas de vez en cuando, movida por la
emoción de las canciones que escucho hace tantos años.
Pensé que quizá en este concierto no vería tanta gente
grabando con celulares (había, lógicamente, mucha gente mayor), pero me
equivoqué. No es que yo no haya tomado fotos, tomé algunas y grabé 4 videos,
pero al verlos se nota que puse el celular a grabar mientras yo, por debajo,
veía directamente el escenario. Soy partidaria de vivir la experiencia a full
más que de guardar recuerdos en el celular. Me encantó que cuando Roger
cantó Picture That se afincó al cantar «Follow me
filming myself at the show on a phone from a seat in the very front row».
Este tour es bastante visual y bastante político. La
pantalla se mantuvo colmada de imágenes sociales que denuncian los grandes
horrores de nuestra humanidad. Cuando el set llegó a Animals (mi
parte favorita del concierto) el tono político llegó a su máxima expresión.
Mensajes contra Trump, contra el capitalismo, contra la ceguera social que nos
roba la empatía... un cerdo gigante apareció con el mensaje «Stay human»,
algo que digo mucho en español.
La emoción e intensidad con la que Waters tocó y
cantó Pigs, Dogs y Money me
volaron la cabeza. Es un tipo que domina el escenario, que colma con su
presencia cada rincón, que siente cada acorde y cada palabra, que te transmite
con poder su ideología a través de su música en vivo.
La parte de The
Dark Side of the Moon me resultó la más nostálgica y volví a llorar con
intensidad. Primero, porque fue el disco con el cual llegué a la banda y empezó
toda mi locura; segundo, porque sabía que se acercaba el final del concierto. La
interpretación de Eclipse fue
lindísima y con un juego de luces se armó en medio del estadio el tan simbólico
prisma.
Hubo un momento que Roger se tomó para hablar sobre su
estadía en Argentina. Lo conmovido que estaba por la reunión que tuvo con las
madres de los soldados caídos e identificados hace poco de la guerra de las
Malvinas, habló de las Abuelas de la Plaza de Mayo y se emocionó hasta las lágrimas.
Invitó a León Gieco al escenario, quien cantó La memoria.
Antes de concluir, Waters presentó a los músicos que
le acompañaban. Durante el concierto, no noté que lo hayan enfocado, pero ahí
estaba el emblemático e inigualable Jon Carin, quien acompañó a la banda y ha
estado con Gilmour y con Waters en varios de sus tours solistas. Mi alegría no
tenía precio. Para mí algo en lo que ha destacado siempre Rogers es en su
elección de coristas y Jess Wolfe y Holly Laessig no me dejarán mentir ―qué voz
tienen esas dos mujeres… qué voz―.
El final del show fue perfecto. Para cerrar llegó mi
tan esperada Comfortably Numb, mi
favorita de la banda. Es una de las canciones más famosas, por lo que pude
escuchar a todos los asistentes acompañar a Waters en el coro. Creí que podría
morir de la emoción en ese preciso instante. No sé si lo que estaba por
estallarme era el corazón o el cerebro, pero fue lo más increíble que he
sentido.
Eran las 12:25 a. m. Iba caminando a la salida del
estadio tratando de entender que de verdad iba saliendo del concierto de mi
ídolo musical. Estaba hecho, había visto al único e inigualable Roger Waters.
Me esperaba Gianny, quien hizo que todo esto fuese
posible y a quien la vida no me alcanzará para agradecerle el regalo. Y aunque
mi gripe, mi voz y mi tos habían empeorado, salí de ese estadio absurdamente feliz,
con un sueño cumplido y 3 horas que jamás en mi vida olvidaré.
10 de noviembre de 2018, de ahora en más una de las
fechas más memorables en la vida de esta humilde mortal.
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