León Tolstói es, indudablemente, el escritor
ruso más famoso del mundo, con el perdón de Dostoyevski —a quien, de hecho he
leído más y disfruto muchísimo—, que sé que ocupa el segundo lugar.
«La muerte de Iván Ilich» es mi primera novela
de Tolstói, y me ha dejado un sabor muy agradable. Su tema principal es la
muerta y a través de la experiencia de Iván Ilich, un hombre que padece una
extraña enfermedad a la que los médicos no encuentran cura ni alivio, el autor
nos acerca a lo que la muerte significa para el ser humano, el temor que lo
invade ante la palabra y la idea de no existir más.
Lo que experimenta el protagonista llega a ser
bastante agobiante, pero también le circunde una realidad innegable, la de
aquellos que esperan la muerte del otro para librarse de verle padecer, aunque mientan
al decir que solo quieren su «bienestar». ¿Se siente lástima por el enfermo o
por uno mismo y en lo que uno se convierte al estar cerca del desahuciado?
La historia se basa en un hecho real. Iván
Ilich Méchnikov fue un magistrado del tribunal de Tula que murió de cáncer
abdominal en 1881. Un hermano de Ilich relató a Tolstói los padecimientos terribles
que precedieron a su muerte. El relato impresionó lo suficiente al autor como
para convertirlo en una novela.
Iván padece dolores inaguantables y es capaz
de intuir la cercanía de la muerte. En ese proceso, se evalúa moralmente y hace
un estudio minucioso de su vida, desde temprana edad hasta sus últimos años,
concluyendo que ha tenido una vida mal vivida y que todo cuanto alcanzó, como
juez, esposo y padre de familia, ha sido tan solo un espejismo.
Son los dolores, y el sentir que a los demás
no les importa el sufrimiento que experimenta, lo que derrumba su espíritu, su
ánimo y su, hasta cierto punto, deseo de permanecer vivo y buscar forma de
abatir la enfermedad. Nuestro protagonista no consigue consuelo ni para su dolor
ni para la soledad que vive.
Cuando finalmente se acerca la muerte, empieza
a entender que es lo mejor, para él, para los demás. Hay una crítica social y
también individual en el relato de Tolstói. ¿Se vive, acaso, la muerte? Se
muere y esta no se vive. Pero ante la llegada innegable de la muerte, Ilich
consigue la claridad que necesitaba, y aunque aún siente el dolor, sus últimos instantes
se llenan de tranquilidad.
En este libro también incluyeron el cuento
«Iván el tonto», de 1885. Un divino relato que me recordó tantas historias leídas
de Voltaire y un cierre espectacular para la lectura.
Iván es un campesino «tonto» que vive del
trabajo y cuyo principio de vida es trabajar para obtener lo necesario. Sus dos
hermanos pretenden tener riquezas sin trabajar mucho, así que dejan la casa paterna
para perseguir sus deseos de grandeza. Pero en una ocasión vuelven ambos para
exigir «su parte» a lo que su padre responde que hará lo que Iván diga. Este dice
que sí a la petición, mientras sigue trabajando la tierra y ayudando a sus
padres y su hermana muda.
Incluso el diablo mete sus manos en el asunto,
porque quiere ver a los hermanos peleando entre sí. Pero pese a todas sus
tretas, en las que sí caen los dos mayores, Iván se mantiene firme y nada lo arrastra
a la desgracia porque trabaja, sin importar las condiciones. Trabaja tanto que
un día se convierte en zar —como sus hermanos— y llega a tener todo un reinado
de «tontos» donde ni el oro tiene valor, porque sus ciudadanos viven y trabajan
para comer y cubrir sus necesidades. Un reino sin ejércitos ni riquezas, sino
con personas trabajadoras y felices que logran quebrantar el espíritu del diablo,
quien pretendía explicarles que usando la cabeza en vez de las manos podrían
vivir mejor, ya que «no era necesario trabajar para vivir bien».
Iván, el tonto, es un relato que calza a una
sociedad acostumbrada a aprovecharse del otro, que desprecia el trabajo duro y
que solo vive tras las riquezas, causa que muchas veces la conlleva a la
desdicha, al darse cuenta de que no es posible tenerlo todo por más que se
desee. En el reinado de los tontos en la mesa se sientan a comer aquellos cuyas
manos son callosas, mientras que los otros comen de las sobras.
Terminado de leer el 15/02/2021
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