Después de Nymphomaniac (2013) el danés Lars von Trier nos tuvo aguardando unos años por su próxima obra. Ya lo he dicho anteriormente, a este director no se le puede amar sin odiarlo ni es posible lo contrario.

Fue declarado persona non grata en 2011 por el Festival de Cine de Cannes por sus polémicas declaraciones sobre Hitler en una rueda de prensa, cuando presentaba al mundo Melancholia (2011).

En 2017 la cantante Björk lo acusó de forma implícita de haberla acosado sexualmente a través de una publicación en su Facebook, donde aseguró haber sido víctima de acoso sexual por parte de un director danés. ¿Por qué suponemos que se refería a Lars? Pues Björk solo ha actuado en una película, que es Dancer in the Dark (2000), de von Trier.

Es, en definitiva, un personaje detestable. Pero a la vez no se puede negar que es un genio… es un director sumamente ambicioso, atrevido y audaz. Además, todo su trabajo se distingue visualmente en cuestión de segundos. Cuando vimos el tráiler de The House That Jack Built pasó que no sabíamos que se trataba de esa película. No pasaron 15 segundos cuando Gianny me preguntó “¿No se te parece a la cámara de von Trier? Jaja, lo copiaron durísimo, me parece”.

He seguido su filmografía desde la universidad y me declaro fan de su cine, abiertamente y sin culpas. Es misógino, retorcido, irrespetuoso, irreverente y una seguidilla de calificativos negativos, pero es un maestro cinematográfico. Con una sola escena de sus películas puedes sentir repulsión, odio, asco, terror, arrepentimiento (de atreverte a ver eso), pena y dolor, todo al mismo tiempo. Piensen quién más logra eso y les aseguro que no encontrarán muchos otros capaces de esa maquiavélica proeza. 

Su última cinta fue presentada en Cannes después de que levantaran el veto, pero no fue parte de la competición oficial sino proyectada en una de las tantas salas alternas, para la crítica y la prensa.


Y volvió la polémica. Cerca de 100 personas abandonaron la sala antes de que la película terminara —aprovecho para confesar que la primera vez que vi El Anticristo (2009) no pude terminarla; de hecho, no vi más de media hora—.

El norteamericano Roger Friedman, crítico de cine, aseguró que la película no se debió haber hecho, “los actores también son culpables”.

El film es muy perturbador. Nos cuenta la historia de Jack, un arquitecto que también es asesino en serie. No es tan sangrienta como pude suponer que iba a serlo, pero sí es altamente psicológica. Todo el discurso es un intento por describir la maldad humana, su origen y las causas que permiten que domine la vida de algunas personas.

También tiene mucho de filosofía, desmontando la vida de personajes históricos, pinturas, músicos… del arte en general y la belleza que se esconde detrás del sufrimiento.

Por supuesto, tal como el lector debe suponer, la mayoría de las víctimas son mujeres. No por ello evita meterse con hombres y hasta niños, claro está. También hay un poco de comedia macabra, puesto que vemos a un asesino en serie con trastorno obsesivo-compulsivo por la limpieza.

“Sabes... hay algo que ha estado molestando al Señor Sofisticación... durante bastante tiempo. Y tal vez sea más interesante para él... de lo que sería para ti. Pero para ser honesto... él se enoja mucho cuando lo piensa. ¿Por qué siempre es culpa del hombre? No importa a donde vayas... es como si fueras una especie de persona culpable errante. Sin siquiera haber lastimado a un solo gatito. De hecho, me pongo triste cuando lo pienso. Si uno fue tan desafortunado... de haber nacido varón... entonces también has nacido culpable. Piensa en la injusticia de eso. Las mujeres siempre son las víctimas, ¿verdad? Y los hombres, siempre son los criminales”.

Este me resultó uno de los diálogos más descarados y controversiales que he visto en el cine.

Sin embargo, esta no es la mejor película del danés ni se debería contar entre las más emblemáticas de su obra, puesto que, pese al aporte filosófico y la desmontada psicológica del villano, no es más que una repetición de actos violentos e inescrupulosos. Podría verse, incluso, un poco forzada.

Sí destaco el cierre de la película, ese viaje al mismísimo infierno, ese breve pero valioso paseo por los círculos clasificados por Alighieri por el año 1300. Nada más satisfactorio que ver al malo obteniendo “su merecido”, si es que existe una pena suficiente.

La única cosa que me apena de todo esto es que la majestuosa e incomparable actuación de Matt Dillon se haya perdido las nominaciones que se merece por tratarse de una película del director más controversial de nuestros tiempos. A mí me encantó Dillon en Crash (2005) pero con La casa de Jack entendí que es capaz de muchísimo más… otro logro de Von Trier.

Y es que es por esa necesidad del director de empujar a sus actores más allá de sus propios límites, hasta llegar a lastimarlos, incluso. Esa fue la razón por la cual Nicole Kidman no hizo la secuela de Dogville y también es la razón por la cual no creo que Charlotte Gainsburg vuelva a trabajar con el danés después de Nymphomaniac.

Así es Lars von Trier, único en su especie… por suerte. Creo que no estamos preparados para dos directores iguales.