La campana de cristal; Sylvia Plath

Este libro me lo recomendó una amiga hace más de 1 año. Lo busqué varias veces en las ferias de libros usados sin éxito, por lo que decidí leerlo en formato epub. Entiendo ahora por qué me costaba conseguirlo. De tenerlo en físico, no querría despegarme de él. Christina realmente me hizo una recomendación valiosísima.

 

Sylvia Plath nos regala una historia interesantísima que mezcla temas muy variados, pero todos inherentes a la condición humana: virginidad, sexualidad, depresión, sociabilización, amor, amistad, hermandad, feminismo temprano y, sobre todo, esa carrera en la que todos estamos anotados, para tratar de entender qué queremos hacer y cuál es el propósito de nuestra vida.

 

Después de leerla supe que es una novela bastante autobiográfica, ya que la historia de Esther, la protagonista, guarda grandes semejanzas con la vida de Plath. La novela gira en torno a una escritora, galardonada en varias ocasiones con premios y becas estudiantiles que hacen que la vean como una pequeña gran promesa.

 

La primera parte del libro nos cuenta su experiencia en Nueva York, como becaria de una prestigiosa revista. Entonces conocemos de cerca su vida, a sus amistades, sus relaciones amorosas y su disconformidad ante las dos únicas posibilidades para las mujeres: ser esposas, madres y amas de casa o seguir una carrera profesional, sometidas al rechazo social y destinadas a la soledad.

 

Esta disyuntiva causa profunda conmoción en la vida de Esther, nublando su juicio en muchas ocasiones y congelándola ante posibilidades que se presentaban ante ella. El no saber cómo seguir con su vida genera en Esther mucho estrés, el suficiente para intentar suicidarse. Entonces es recluida en una institución de salud mental, donde vemos la segunda cara de la historia. ¿Estamos todos locos por no saber a veces qué queremos?

 

Aunque para muchos esté «claro», realmente es una pregunta más complicada de lo que parece y el hecho de ser mujer era, al menos en esa época, un agravante. Esther —y Plath, por supuesto—, se enfrentaba a lo que la psicóloga Betty Friedan llamó «el problema que no tiene nombre» en su libro «La mística de la feminidad», que no es más que la frustración, depresión e insatisfacción que sientes las mujeres por el rol que les es asignado socialmente desde su nacimiento hasta su muerte: abnegadas, pasivas, maternales… y si le sumamos a eso el intentar tener éxito en el área profesional, el resultado era comúnmente trágico.

 

Plath, contando su historia, habla de todos estos dilemas sociales y hasta morales, con un aire juvenil, visto desde la perspectiva de una inocente muchacha de 19 años que intenta conocerse mientras descubre cómo es el mundo para sus pares.

 

Con las descripciones de electrochoques y lobotomías, el relato me recordó en cierto punto a «Alguien voló sobre el nido del cuco» y todo el ambiente que se experimentaba dentro del manicomio. Solo que Esther lo relata desde el miedo por sí misma, mientras buscaba entender si algún día podría ser capaz de reintegrarse al mundo y si, de hacerlo, iba a poder encontrar sentido a su vida. Una de las razones por las que había entrado ahí era que no podía escribir, y si no era capaz de hacer lo que amaba y siempre sintió que nació para hacer, ¿qué le quedaba?

 

Hay muchas cosas  que quisiera decir en esta reseña, porque la historia da para un ensayo —que quizá me anime a desarrollar— pero para no spoilear nada, no sumo otra cosa más que recomendaciones infinitas a que lean esta historia, profundamente interesante y reveladora. 


 «La gente estaba hecha nada más que de polvo y yo no veía que curar todo aquel polvo fuera algo mejor que escribir poemas que la gente recordaría y se repetiría a sí misma cuando se sintiera infeliz o enferma y no pudiera dormir».

 

«Para la persona encerrada en la campana de cristal, vacía y detenida como un bebé muerto, el mundo mismo es la pesadilla». 


Terminado de leer el 04/04/2021

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