Érika Guevara Rosas: «los DDHH son el instrumento para obtener dignidad, igualdad y justicia»
«Los derechos humanos son más que un
concepto en las Américas: son una forma de vida. Desde las familias de los
estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, México, hasta las de los activistas
ambientales asesinados en Brasil, y las Madres de la Plaza de Mayo en
Argentina, un sinnúmero de personas de todo el continente, que han demostrado
su valentía extrema al alzar la voz en la defensa de sus derechos y la lucha
por la justicia, haciendo una diferencia real en el mundo en que vivimos hoy en
día», dijo Salil Shetty, Secretario General de Amnistía Internacional.[1]
Celebrando este gran paso para AI, hemos
querido conocer más a fondo cuáles son los retos y objetivos de esta nueva
oficina, y qué importancia tiene para un continente con tantas desigualdades y
desafíos. En una entrevista con Érika Guevara Rosas, directora para las
Américas de Amnistía Internacional, quien está basada en la oficina regional de
la Ciudad de México, nos hemos enterado de lo siguiente:
¿Qué
significa esta nueva oficina en la región americana para Amnistía Internacional?
AI lleva un proceso de desconcentración
del Secretariado Internacional, ya por algunos años. La organización tiene su
secretariado ubicado en Londres, y esta descentralización ha significado uno de
los mayores cambios que el movimiento ha tenido en los últimos años, y que
descentraliza el trabajo regional, consolidando la presencia en cada una de las
regiones, a través de centros de derechos humanos y oficinas regionales. Esto
busca: 1) un acercamiento con los movimientos de DDHH y sociales, 2) fortalecer
nuestra presencia y el crecimiento y construcción de nuestro movimiento en el
sur global y 3) permitir a AI cercanía con las realidades y los contextos, de
manera que podamos entender mejor cómo generar respuestas que formen un cambio
real en la mayoría de las personas y que se promuevan y protejan sus derechos
humanos.
Para el caso de las Américas, el
proceso de descentralización es complejo, pues tiene que adaptarse a las
realidades cambiantes de una región que tiene una sociedad civil vibrante, donde
el movimiento de Amnistía es importante, ya que ha estado muy presente durante
muchos años, con 12 secciones en distintos países, secciones que cada vez se
empoderan y que son parte del DNA de los DDHH en dichos países, y que, además, hoy
día son un referente de análisis en derechos humanos, y de respuesta integral a
los problemas que enfrentamos.
En este sentido, la
descentralización del SI y el establecimiento de la oficina regional para las
Américas, busca el fortalecimiento de la organización, que podamos construir
alianzas mucho más duraderas con los movimientos regionales y locales de DDHH,
y que podamos tener estrategias mucho más sofisticadas al ejercer presión sobre
los estados, para que cumplan con sus compromisos internacionales. Este proceso
de descentralización lo hemos iniciado con el establecimiento de una oficina en
México, la primera para las Américas, y se irá consolidando al finalizar este
año, con la creación de otra oficina en
Lima, Perú, para enfocar los esfuerzos de la agenda de DDHH en la región andina
y el cono sur, y, además de eso, una pequeña presencia en Washington que
fortalezca nuestra sección en los EE.UU. para el trabajo de investigación y
campañas sobre los Estados Unidos de América.
Esta estructura pretende
empoderar nuestro movimiento y nuestras secciones, y mejorar el trabajo de
investigación y campañas, así como sofisticar nuestro análisis en derechos
humanos y nuestras respuestas.
Tomando
en cuenta las dificultades a las que estamos sujetos en esta parte del mundo, ¿cuáles
son los principales retos que se les presentan en adelante?
Los retos son múltiples, en una
región muy compleja, con una crisis que ha sido invisibilizada globalmente, una
zona que ya no ocupa las primeras líneas de los medios internacionales sobre su
situación en DDHH, donde ha habido ciertos progresos en materia económica y
derechos humanos, pero que han sido insuficientes para mejorar la vida y
proteger la dignidad humana y los derechos humanos de la mayoría.
Hoy día nos enfrentamos a la
región más desigual del mundo —no la más pobre—, una desigualdad que no solo se
refleja en las brechas económicas entre pobres y ricos, sino también en términos
de acceso a la justicia, en términos sociales; una desigualdad que afecta,
mayormente, a grupos que han sido vulnerables a la violación de sus derechos
humanos, a la exclusión y total discriminación, que incluye a los pueblos
indígenas, las comunidades negras, las mujeres y niñas de sectores pobres, los
grupos de lesbianas, gays, transexuales, intersexuales, y cualquier otra
comunidad que, dada su identidad política o social, se ven rezagados y
totalmente excluidos.
Es una región donde el sistema
de justicia sigue siendo uno de nuestros principales problemas a enfrentar, con
altos niveles de impunidad, sobre todo en relación a las violaciones de DDHH, y
esto implica grandes desafíos para una organización como Amnistía
Internacional. La consolidación de la presencia de AI, que tiene que atender
estos desafíos, el incremento de la violencia, las desigualdades, la impunidad,
también tiene grandes oportunidades. Un movimiento que cada día se consolida,
también movimientos de derechos humanos y sociales que se consolidan en apoyo,
y, además, más que nunca, una concientización social en la población que genera
oportunidades para que Amnistía sirva de plataforma para estas nuevas formas de
activismo.
Considerando
lo anterior, se ve necesario el trabajo de personas con mucha experiencia,
conocimiento y sensibilidad en el tema. ¿Cómo se ha conformado el grupo de
trabajo para esta nueva oficina?
AI tiene una gran oportunidad de
atraer talentos que se han formado en la región de las Américas, con esta
vibrante sociedad civil y movimientos de DDHH y sociales que se han ido constituyendo
en las últimas décadas. También, ha habido una formación de nuevos cuadros,
gente joven, con mucha experiencia y preparación en diversos temas. Por un
lado, gente conocedora de los derechos humanos, del marco internacional de
DDHH, lo que implica para una organización internacional presionar a los
estados con métodos legales adecuados. Tenemos, por ejemplo, abogados y
abogadas jóvenes que tienen experiencia en mecanismos internacionales o
regionales, como el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, que conocen,
precisamente, los instrumentos y su implementación y cómo, implementándolos, se
puede poner los DDHH en el centro de las políticas públicas.
En un espacio de innovación,
donde tenemos que acercarnos más no solo a las víctimas, sino también a la
población en general, y ser parte de procesos de concientización, es importante
tener gente creativa, que puedan generar campañas que le lleguen a la mayoría,
gente con muchos años de experiencia, haciendo campañas tanto nacionales como
internacionales, y vinculando la solidaridad internacional de AI a nuestro
trabajo.
Por otro lado, estamos atrayendo
talentos de personas que tienen mucha experiencia en la construcción de organizaciones,
que nos permita tener diferentes herramientas y estrategias para que la gente
se sienta involucrada con el movimiento de AI, y que tome la decisión de
participar, ya sea a través del activismo o a través de las donaciones, como
una herramienta política para construir nuestra influencia con muchas más
personas que apoyan financieramente el trabajo de Amnistía Internacional. Estas personas están dedicadas al
conocimiento de cómo movilizar recursos, cómo generar una filantropía distinta
que le apueste a los procesos, y no necesariamente a números.
Contando
con tantas personas experimentadas y teniendo tantos retos por delante, ¿cuál
es el objetivo principal que perseguirá esta oficina regional?
Nuestra máxima meta es
consolidar un movimiento que sirva de plataforma para las nuevas conciencias,
llegarle a las nuevas generaciones, que el tema de los DDHH se convierta en el
eje fundamental, tanto de las políticas de los estados como del discurso del
colectivo. Que los derechos humanos no se negocien sino que sean parte integral
de la vida diaria, sean vistos como el instrumento para conseguir la dignidad
humana, la igualdad en todos sus aspectos, la justicia social y de género, y
que realmente AI se convierta en un referente importante en todas las Américas,
no solo para describir —a través de nuestras investigaciones y campañas— los
problemas que enfrentamos, sino también que nos constituyamos en un movimiento
que genera respuestas y soluciones alternativas a los problemas.
¿En
qué estima convertirse la Oficina Regional de Amnistía Internacional en las
Américas para las personas y las secciones de AI en el continente?
La oficina regional que hoy
estamos estableciendo en México, y que será el primer Centro del Secretariado
Internacional de AI para las Américas, tiene que ser también una casa, un
espacio abierto, en donde invitemos a la reflexión tanto a las Organizaciones
de la Sociedad Civil, los movimientos, como también a las víctimas de
violaciones de derechos humanos, que tienen que ser parte del proceso de
desarrollo de estrategias para procesos inclusivos; y tiene que ser una casa
que acoja ideas y críticas constructivas frente al trabajo que vamos
desarrollando; tiene que ser la casa que acoja al liderazgo regional de AI, esperamos
que las secciones jueguen un papel fundamental para desarrollar estrategias
novedosas.
Así, la nueva oficina regional de Amnistía
Internacional para las Américas, busca convertirse en piedra angular para el
trabajo de investigación, la creación de estrategias, y campañas en defensa de
los derechos humanos de las personas. Además de procurarse como una casa
generadora de ideas dirigidas a construir alianzas fuertes y duraderas con OSC
y movimientos sociales y a la defensa y protección de los derechos humanos en
el continente americano.
Por Alexandra Perdomo (@amnistia)
[1]
Amnistía Internacional. (27 de abril de 2015). Más cerca: primera oficina regional en América Latina de Amnistía
Internacional. Disponible en: http://www.amnistia.me/profiles/blogs/primera-oficina-regional-en-america-latina-de-amnistia
Fotografía de César Martínez López (CIMAC)
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