Tantos pies que andan

En la mitad de la plaza una niƱa deja caer un celular de juguete. Se inclina para recogerlo mientras su madre le sostiene por el brazo.

Los caminantes que les seguƭan apresuran el paso y las dejan a un lado. La niƱa toma su juguete, le sonrƭe al objeto sobreviviente, sonrƭe a su mamƔ con ingenua dulzura, y siguen el camino, tomadas de las manos, con sus mejores sonrisas, las mƔs felices.


En el mismo lugar, dƭas despuƩs, a un hombre apresurado se le caen unos papeles, de esos cuya importancia solo Ʃl conoce. La brisa mƔs ligera logra que los documentos se distancien unos de otros.

Las personas detrƔs de Ʃl no se detienen ni calman su ritmo. Empiezan a dejarlo a un lado y siguen caminando, con sus maletines, sus telƩfonos, despegados del entorno con sus audƭfonos. Siguen sin darse cuenta de los papeles que estƔn pisando, los papeles importantes de un hombre.

Una seƱora detenƭa el paso para ayudarle a recolectar los papeles ya pisados, regados por la plaza, aquella con su hija, a quienes Ʃl habƭa mirado con desprecio y le habƭa adelantado por un lado -porque iba apurado por nada- dƭas atrƔs.

Suman 6 los pies que hoy no andan tan rĆ”pido. QuizĆ” sus ojos aprendan pronto a mirar. 

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