Maritza Landaeta: «La OMS y la FAO consideran a la subnutrición como el primer problema en el mundo»
El sistema nervioso
central se forma en los primeros 14/18 meses de vida. Una alimentación saludable y balanceada
no solo nos mantiene en buena forma, sino que es imprescindible para evitar
enfermedades y preservar la mente de los niños y niñas. Según la doctora
Maritza Landaeta (Fundación Bengoa), médica cirujana y Magíster
Scientiarium en Planificación Alimentaria Nutricional (UCV), el cerebro
necesita nutrientes y cuando los niños no los reciben, además de crecer
anémicos, su cerebro no se desarrolla de forma adecuada. Por lo tanto, los
niños con subnutrición tienen retardo de crecimiento intelectual, problemas de
desarrollo cognitivo, y presentan muchas dificultades para los procesos
complejos de la memoria, para la articulación del pensamiento.
Según la FAO (Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), la subnutrición se
diferencia de la desnutrición refiriéndose la primera a la ingestión de
alimentos que no cubren las necesidades de energía básicas de manera continua
(inseguridad alimentaria crónica); mientras la desnutrición refiere un «estado
patológico resultante de una dieta deficiente en uno o varios nutrientes
esenciales, o de una mala asimilación de los alimentos».[1]
Para la doctora Maritza, los niños con
problemas de subnutrición, cuyo rendimiento intelectual se ha visto afectado
por tal condición, son los más propensos a desertar del colegio, porque no
logran adaptarse, además de que son potenciales transgresores, ya que para ella
«detrás de la transgresión siempre hay un problema de abandono y de
desnutrición, bien por un problema afectivo o porque no han tenido la posibilidad
de alcanzar una escolaridad adecuada. Por lo tanto, no ven oportunidades de
desarrollo en una sociedad donde tienen que luchar y buscar el mejor lugar para
ubicarse. Yo creo que esto es un factor muy grave. La OMS y la FAO también
consideran este como el primer problema en el mundo, la subnutrición más que la
desnutrición.», acotó la doctora Landaeta.
La falta de nutrientes en los primeros
años de vida de un niño, le afectará por el resto de su vida. Por ejemplo, si
un niño no obtiene los niveles de calcio que su cuerpo necesita, se ve
impactado su crecimiento, ya que se supone que los niños, hasta la
adolescencia, deben acumular una cantidad de calcio suficiente para que sus
huesos estén fuertes y puedan crecer adecuadamente. La investigadora de la
Fundación Bengoa refiere que todo niño subnutrido, desnutrido o malnutrido
tiene un problema en su sistema inmunológico. «Ese niño es más propenso a las
infecciones. Mientras un niño normal puede infectarse cuatro veces al año, uno
en condiciones de desnutrición, lo hace más de 20 veces. Cada vez que él se
infecta, el cuerpo le pide más nutrientes, y si no los tiene, su cuerpo se va
quedando en ese ciclo de infecciones.»
El principio de los derechos humanos es
la igualdad, y de esta se deriva la igualdad de condiciones. Cuando hablamos de
niños y niñas subnutridos o desnutridos, hablamos de personas que no tienen las
mismas condiciones ni las mismas oportunidades que otros. La mala alimentación
durante la infancia acarrea consecuencias para el futuro. Esto afecta en el
acceso a estudios, a un buen trabajo, a un futuro sustentable. Se debe
garantizar la igualdad de condiciones desde que la persona nace, ya que «un
arranque en desigualdad implicaría un desequilibrio para toda su vida. (…) La
garantía de la igualdad de oportunidades sería un reflejo del reconocimiento de
la igualdad entre los hombres. Ella, debe ser atendida desde el inicio de la
vida, sin lo cual no se puede hablar de un verdadero y pleno respeto del hombre
en su dignidad»[2].
Desde la lactancia
La lactancia materna adecuada es un
factor fundamental para el buen desarrollo de los niños y niñas. Viviana
Glizer, nutricionista de la Fundación Bengoa, aclara que una mujer en planes de
quedar embarazada ya debe empezar a consumir suplementos multivitamínicos,
basados en ácido fólico, calcio y hierro, con el objetivo de tener buenas
reservas de estos nutrientes para el ser que se va a gestar. El calcio se
requiere tanto para el fortalecimiento de
sus huesos como para el crecimiento adecuado del bebé; el hierro para la
formación de la hemoglobina, y el ácido fólico para evitar la espina bífida
(caracterizada por el desarrollo incompleto del cerebro, la médula espinal, o
las meninges[3]). «Una
vez que la madre ha concebido al feto, va a haber una entrada bruta de sangre,
tanto de nutrientes o cualquier suplemento consumido por la madre durante los 9
meses de gestación.»
¿Hasta qué edad es recomendada la
lactancia materna?
Es conveniente hasta los 6 meses. Hay momentos en los que el
lactante requiere de ser suplementado con fórmulas infantiles porque la calidad
de la leche materna no es suficiente, o el niño tiene problemas de salud, con
características específicas, que lo hacen necesitar una fórmula adecuada. Pero
lo ideal siempre es la lactancia materna.
¿Cuál es la importancia real de la
lactancia materna?
El calostro es una leche rica en nutrientes y en grasas
necesarias para el crecimiento y desarrollo neurológico del bebé. Otra de las
características por las cuales es recomendada la lactancia materna, es porque a
medida que el bebé va creciendo, la leche se va adaptando a sus necesidades. Lo
primero que sale son carbohidratos, pura azúcar; luego salen las proteínas y
las grasas, dentro de las cuales tendremos las vitaminas tipo solubles, a
saber: A, D, E y K, importantes para la visión nocturna, las defensas del
cuerpo, para la coagulación y, además, son antioxidantes. La leche viene con
encimas especializadas para la ruptura de la lactosa, lo que la hace más
digerible para el bebé.
¿Qué pasa si la mamá no está bien
alimentada?
Entonces la calidad de la leche no es la adecuada. No está
alimentada bien la mamá ni el bebé. Tomamos la poca reserva que tenemos de
grasas, proteínas y minerales y la vamos a transferir al bebé; en ese caso nos
estamos desmineralizando, perdemos masa ósea, masa muscular, grasa, para tratar
de alimentarlo. Vamos a proporcionar esos nutrientes a expensas de la salud de
la madre.
¿Cómo afecta esto al niño?
Al estar la madre mal alimentada, el niño está mal
alimentado. Habrá un déficit en el crecimiento de peso y estatura; este último
no se recuperará en ningún momento del crecimiento. Puedo aumentarle el peso al
niño, pero si no le estoy dando una alimentación adecuada, el niño tampoco va a
desarrollar o eliminar ciertos reflejos en su primer año de vida.
Según la Encuesta de Seguimiento al
Consumo de Alimentos (ESCA), en 2012, una persona consumía diariamente 18
gramos de leche. Para el primer trimestre de 2014, ESCA arrojó que el consumo
bajó a 8,5 gramos. El arroz bajó de 75 g. a 52,5 g. Otros alimentos portadores
de proteínas, como la carne de pollo, carne de res, hígado de res y los huevos
de gallina, aunque en un porcentaje bajo, han disminuido su presencia en los
hogares, en cuanto a consumo per capita,
en estos últimos dos años.
Una cifra que puede causar preocupación
es la del uso de bebidas instantáneas, cuyo consumo por persona pasó de 1,71 gr
en 2012, a 13,02 en 2014. Estas bebidas contienen colorantes artificiales
—algunos pueden causar hiperactividad en los niños, en casos más concretos
(azul No. 1, citrus rojo No. dos, amarillo No. 6) están ligados a indicios de
tumores y cáncer—, cafeína, sal (cloruro de sodio) —una dieta alta en sodio
puede causar elevada presión arterial, lo que aumenta el riesgo de sufrir
ataques al corazón—, nitrito y nitrato de sodio —puede originar la formación de
potentes químicos causantes de cáncer— y azúcar (sacarosa)[4].
Así pues, es recomendable evitar la presencia de estos aditivos en una dieta
diaria.
Las leguminosas son ricas en proteínas,
carbohidratos y fibras, tienen un contenido en lípidos (grasas) relativamente
bajo, y los ácidos grasos que los componen son insaturados (grasas buenas). Son
una fuente considerable de hierro y vitamina B. Además contienen calcio y
hierro. Entre los beneficios para la salud resalta «su alta concentración en
proteínas, con alto contenido de Lisina (aminoácido esencial) lo cual ubica a las
leguminosas como un complemento proteico excelente. Son, a su vez, buena fuente
de minerales; tales como: calcio, hierro, zinc, fósforo, potasio y magnesio;
así como de algunas vitaminas hidrosolubles, tiamina, riboflavina y niacina. El
consumo de leguminosas produce una disminución en los niveles de colesterol y
glicemia en sangre, debido a su alta concentración de fibra dietética. Este
mismo contenido de fibra, ayuda a prevenir enfermedades, tales como cáncer de
cólon, enfermedades coronarias (del corazón y los vasos sanguíneos)»[5].
Pero según las estadísticas de ESCA, el consumo de estas también ha disminuido
en los últimos dos años. Arvejas: de 10,13 gr a 7,01 gr; caraotas: de 18,42 gr
a 13,27 gr; frijol: de 6,34 gr a 4,71 gr; lenteja: de 12,01 gr a 9,97 gr.
La harina de maíz, producto base en la
dieta de todo venezolano, según la doctora Maritza Landaeta, ha disminuido en
su consumo en más de un 20%. Estos factores que se presentan en los hogares
venezolanos, alertan sobre los posibles niveles de subnutrición que podrían
existir en el país.
El cuadro que se podría presentar en
los siguientes años es el de niños que consumen alimentos que no cubren sus
necesidades básicas de energía. Las consecuencias de esto repercutirían en sus
vidas para siempre, además de limitar la posibilidad de una igualdad de
condiciones para todos y todas.
Debe asumirse, desde todas las
instancias responsables de esta importantísima área dentro de los derechos
humanos de la población, un compromiso real y sostenible con los niños y niñas;
se debe asegurar para ellos una nutrición balanceada y saludable que permita el
apropiado desarrollo de sus capacidades cognitivas, su crecimiento intelectual
y físico. En la medida que tengamos niños y niñas bien alimentados,
aumentaremos las cifras de personas que gocen de igualdad de condiciones para
su inserción en sociedad.
Por Alexandra Perdomo (@amnistia)
[1] FAO.
(2015). El estado de la inseguridad
alimentaria en el mundo 2015. Disponible en: http://www.fao.org/hunger/es/
[2]
CLADH. (2015). El derecho a la nutrición
y a la educación en los primeros años: presupuestos para la igualdad de
oportunidades. Disponible en: http://www.cladh.org/uncategorized/el-derecho-a-la-nutricion-y-a-la-educacion-en-los-primeros-anos-presupuestos-para-la-igualdad-de-oportunidades/#2-derecho-a-la-igualdad-de-oportunidades-primeras-consideraciones
[3]
NINDS. (2006). Espina bífida.
Disponible en: http://espanol.ninds.nih.gov/trastornos/espina_bifida.htm
[4]
Universidad Interamericana de Puerto Rico - Recinto de Ponce. (s.f.). Aditivos en los productos comestibles.
Disponible en: http://ponce.inter.edu/cai/reserva/jvelazquez/aditivos.html
[5]
Braz, T. (2011). Granos, leguminosas
imprescindibles en la alimentación Venezolana. Disponible en: http://www.delmonte.com.ve/SaludyNutrici%C3%B3n/tabid/65/EntryId/107/Granos-leguminosas-imprescindibles-en-la-alimentacion-Venezolana.aspx
No hay comentarios:
Publicar un comentario