Yerma - La casa de Bernarda Alba; Federico García Lorca

En febrero leí por primera vez a García Lorca. Entonces me pareció un relator pueblerino excelente. Y tras haber leído estas dos obras teatrales suyas, lo reafirmo.


Es un autor que contó magistralmente la realidad de una España arraigada a las costumbres, al señorío, al qué dirán.


Yerma es una historia triste, sobre una mujer que desea con todo su corazón tener hijos. Y la frustración de no tenerlos nubla su amor y su dicha. Las conversaciones con las vecinas, la actitud del esposo que no quiere que salga, de sus cuñadas que le vigilan hacen de esta obra una constante angustia por lo que siente, piensa y quiere Yerma y lo que los demás le dan.


En el caso de La casa de Bernarda Alba, es una obra sobre una madre (Bernarda), quien es la típica generala que exige de sus hijas que hagan cuanto ella diga, que hablen cuando ella lo permita y que, bajo ningún concepto, dejará que el honor o reputación de su familia esté en boca de nadie, aunque en su boca esté la casa de todos. Y para proteger ese «honor» será capaz de sobrepasar cualquier extremo.


Ambas historias están cargadas de expresiones y rituales de antaño, de señalamientos anticuados y de costumbres pueblerinas. García Lorca nos lleva en un viaje brusco a una España de señoras, de obreros, de amores «pecaminosos» y de deseos que, de un momento a otro, dejan de ser reprimidos.


Terminado de leer el 27-05-2020

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