Crimen y castigo; Fiódor Dostoievski



De «Crimen y castigo», uno de los más grandes clásicos de la literatura universal, lo que más resalto es el desarrollo de los personajes y el profundo existencialismo en cada uno de ellos.

Publicado en 1866, escrito por el ruso Fiódor Dostoievski, es una especie de ensayo con rasgos autobiográficos. Tal como con «El jugador» (1967), en «Crimen y castigo», el autor cuenta un poco de su experiencia personal. Y es que Fiódor fue recluido en prisión en 1849, acusado de conspirar contra el Zar. Luego fue trasladado a Siberia para cumplir 5 años de trabajos forzados.

Rodión Románovich Raskólnikov, el protagonista de la novela, es un joven estudiante cuya inteligencia es remarcable, como también lo es su ausencia de principios éticos y morales. Sumido en la pobreza, en la miseria que no le es ajena a sus allegados, amigos e incluso familiares, se llena de rencor y empieza a gestarse la peor de las ideas en su mente.

¿Es posible un crimen sin castigo? Si alguien que comete un crimen, no considera la culpa, sino que, por el contrario, piensa que no ha provocad ningún mal, ¿es posible que este sea realmente «castigado»? En la actitud de Raskólnikov es fácil divisar que se considera a sí mismo lo que años más tarde Nietzsche denominaría «superhombre».

El desarrollo de la historia, a partir del capítulo III, se vuelca a un complejo drama psicológico que nos muestra la batalla del hombre contra la conciencia, del ser humano contra la moral y las divisiones hechas por la sociedad entre el bien y el mal. El razonamiento se vincula directamente con la inteligencia, pero también Dostoievski asegura que «la razón es esclava de la pasión».

En el resto de los personajes encontramos mártires, desdichados, moralistas, socialistas, racionalistas y, cómo no, liberalistas.

Relatos bíblicos y varias alusiones al libro no faltan en la novela. Fiódor presenta la confesión como medio para liberar la culpa y habla de la posibilidad de redención, cuando se lamenta la transgresión hecha, como gran sanadora del sufrimiento.

«Cuando uno tiene la íntima convicción de que podría ayudar al esclarecimiento de la verdad, le es imposible contenerse».

El viaje que realizamos al lado de Raskólnikov me recuerda al mismísimo viaje de Dante. Nuestro protagonista cae al infierno: es presa de todas las dudas y enigmas que alberga; deja que el orgullo se apodere de su raciocinio. Pasa al purgatorio:  si bien no siente culpa por sí mismo, empieza a sentir la presión de quienes le rodean y es perseguido por los fantasmas de sus actos. Termina en el cielo: logrando la redención, es abrazado por el amor de Sonia (la Beatriz de Dante) y se abre la puerta a una nueva posibilidad, la de una vida nueva —a la cual llegará no sin antes pagar su crimen—.

Un libro que no pierde vigencia. Retrata las grandes batallas que hoy siguen liberando el ser humano consigo mismo y con los otros: la conciencia, la moral, el bien, el mal, la pobreza, la miseria, las «razones» para cometer un crimen, el posible castigo, la injusticia, la justicia aplicada a los desfavorecidos… en fin, las razones por las cuales hoy seguimos leyendo, escribiendo, debatiendo y que le siguen dando razón a nuestra breve existencia.

Terminado de leer el 06/04/2020

2 comentarios:

  1. Espectacular reseña Ale!!!
    Mi abuelo materno estaría muy feliz de tener un ameno debate sobre semejante obra literaria, tal como describís y él también lo hacía con apasionada vehemencia!
    Beso y abrazo gigante!

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    1. Y a mí definitivamente me habría encantado debatirlo con él.

      Gracias por tu comentario, Mari y por prestarme esta joya.

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